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Manuel Iván
Urbina Santafé
Biografía

Detrás de mi ventana, en un barrio de la ciudadela de Juan Atalaya en Cúcuta, escribo para niños y jóvenes. Cerca de este lugar, fui niño inquieto y adolescente enamorado. A mis dieciséis años viajé a Bogotá y la nostalgia me obligó a escribir, al comienzo muchas cartas, después algunos poemas donde el amor se escondía muy mal. Luego me empeñé, semana tras semana, en redactar artículos de literatura y antifilosofía para el magazín dominical del periódico local. En eso me ocupaba cuando uno de mis primos menores me reclamó que no había escrito nada para niños.  Me vi obligado a hacerle caso, lo cual me ha retribuido con muchas horas de felicidad.
Dentro de las notas desafortunadas, debo decir que al menos diez jóvenes de mi vecindario no llegaron a ser adultos; tal vez por eso me hice educador. Suelo bromear diciendo que mi trabajo es “amenazar niños”, porque soy el coordinador del colegio. En realidad, intento “conducirlos amablemente hacia lo mejor de sí mismos”. 
Ah. Nací en Pamplona, una ciudad que me encanta, pero de la que no he podido disfrutar. Pero vivo cerca de ella. Por si acaso.

Datos de contacto
Correo electrónico: manuelivanurbina@hotmail.com
Fragmento de una obra

Fragmento de La niña fantasma
"El “sospechoso” Miguel Miguel y su amigo Watson, el sobrino del jugador de fútbol, no habían terminado de investigar el caso de la pérdida de los animales domésticos y la llegada al barrio de la salsamentaria Salchichas & Co., cuando un nuevo misterio atrajo su atención: el tenebroso caso de la niña fantasma.
La nueva agencia de investigadores privados Detectives & Co. estaba lista para su segundo caso. Las primeras versiones las dio el celador nocturno cuando hacía su ronda más detallada y peligrosa: la del sábado por la mañana, para cobrar el servicio de vigilancia. Era particularmente difícil recordar el nombre del vigilante, que se destacaba por su uniforme camuflado por el uso, sus botas militares y sus movimientos sigilosos en la oscuridad, dignos de un comando de las fuerzas especiales, aunque no había prestado siquiera el servicio militar. “Rambo” lo llamaron los niños desde el comienzo; pero no era de buen gusto ni buena educación dirigirse a él con un apodo, así que optaron por un nombre más respetuoso: don Rambo, lo llamaron.
Se detuvo don Rambo a conversar con Gabriela, la madre de Watson, y parecía una historia interesante, pues Miguel Miguel vio cómo se sumaban los vecinos, mientras el vigilante levantaba los brazos y vociferaba, como en el relato de un accidente o un robo espectacular; de modo que la señora Tania y su hijo, ambos en piyama, fueron a enterarse."
 

Ediciones más recientes
Distinciones en el campo de la LIJ

Premio Nacional de Poesía Eduardo Cote Lamus (2011). Premio de Poesía José Eusebio Caro (2010). Premio Nacional de Cuento Infantil de Comfamiliar del Atlántico (2009). Premio Bienal de Literatura Colombo-Venezolana (2003) con Soliloquio que Nancy no va a escuchar.

Otras obras
La niña fantasma. Bogotá: Panamericana Editorial, 2015.
Siete lunas para Don Quijote. Hillman, Libros y Libros, 2014.
Voces bajo la lluvia. Bogotá: Panamericana Editorial, 2013.
El sospechoso Miguel Miguel. Libros y Libros, 2012.
Una isla llamada Luna. Bogotá: Panamericana Editorial, 2012.
Donde los ángeles anidan. Bogotá: Panamericana Editorial, 2005.